LA VIDA ES LO QUE TE VA SUCEDIENDO MIENTRAS TE EMPEÑAS EN HACER PLANES.....by John Lennon


sábado, 30 de abril de 2011

LOS TUDOR DE ANDALUCIA, EL JOVEN PRINCIPE Y LOS CABALLEROS DE LA TABLA REDONDA DEL BICENTENARIO

 La noche de los tiempos nos devolvia sin remisión al principio de todo, los negros augurios se habian cumplido, no había hecho falta que Picoco los interpretara con su habitual maestria para las profecias, maldiciones y tsunamis, todo tenía lugar conforme a un guión prestablecido por las fuerzas del averno sanvicentianas, la propia reina Isabel II de England lo había dicho no hacia mucho tiempo, los castillos son caros de mantener, hasta el punto que La Corona estaba reconsiderando su política de privacidad de las propiedades reales para abrirlas al conocimiento de la plebe,
 previo pago del canon de curiosidad. Nada sería ya como antes, pero los castillos podrian reparase, mantenerse y hasta ampliarse. Era el sino de los tiempos, ni la realeza podia huir de ello. Así que no era de extrañar que tras los tristes acontecimientos que habian llevado a la abdicación del principe del Bicentenario, se cumpliera una vez más el viejo axioma de "a rey muerto, castillo parado", y el joven principe no había tardado mucho en dar cumpilmiento a tan habitual práctica, en su primer Consejo de Regencia, ante los más altos representantes de la nobleza bicentenaria, tras el nombramiento del nuevo Sheriff de Nothingam, heredero de la Corona de Aragón, lo había dejado claro, si la Princesa Sigrid Marrtinez quiere un castillo, que se vaya al Leroy Merlin y se compre uno de cartón piedra que ahora estan en oferta. La respuesta no se hizo esperar, el Duque de la Isla, que ya había terminado su periodo de regencia el año anterior, se mesaba sus inexistentes cabellos, a él ya le habian dado coba antes, se conocía esta historia, de hecho su palacio municipal se había quedado compuesto y sin presupuesto, y para colmo de males las fortificaciones que se habian rehabilitado estaban en las propiedades del vecino Duque Rojo, permanentemente en armas por y para la abolición de la monarquía y de su propia noble casta, una especie de "suicida alquaediano" pero en noble. La princesa Sigrid había descansado largo tiempo a las puertas del desmayo real, real no de reino sino de desmayo verdadero, tal era el sofoco que invadía su complexa anatomia mientras el joven Principe Heredero del Bicentenario anunciaba "urbi et orbi" la mala nueva. Sólo una llamada de uno de sus cortesanos pudo sacarla de aquel estado de agitación que le había conducido a la inconsciencia. Una vez terminada la conversación telefónica, que parecía haberle insuflado gotas de vida, golpeó con la palma de su mano sobre la mesa redonda de los Caballeros del Bicentenario y fuertemente cabreada por el dolor del palmetazo regio sobre la dura tabla exigio al principe regente las llaves del castillo que otrora fueron suyas y que subrepticiamente le había arreebatado el Rey Gaspar cuando presidía el Consejo de Regencia, no Gaspar el Rey Mago, no, Gaspar el Rey Malo, que una sola letra cambia mucho la opinión sobre las personas. El joven Principe, consultó con su virrey allí presente, la verdad es que siempre acompaña al principe, me recuerda al desaparecido Sabino Fernandez Campos, y muchos de los allí presentes quisieron intuir que aquel movimiento rapido de sus brazos cruzandose bajo la seda de su sayo real había sido la respuesta en forma de corte de mangas real a las pretensiones de Sigrid Martinez. La suerte estaba echada, los más cautos presentian que la declaración de guerra tardaría poco en producirse, la malévola sonrisa que la princesa esbozaba era la mejor prueba de ello, los nobles sanvicentianos se lo habian vuelto a poner en bandeja, ni las aprelaciones del Joven Principe a próximas consultas con el Emperador de los Bicentenarios era capaz de cambiar el gesto de la adusta princesa, tenía pajaro en mano y le importaba un bledo el ciento volando. Quedaba por ver las reacciones de
 la familia gaditana del joven Principe, probablemente el Marqués de Peralta y la Condesa de Melendez no iban a entender el comportamiento del joven Principe, la paz cortesana era a estas alturas de la película una entelequia, los pasillos de la corte de la Ciudad de Cai se llenaban de rumores, los cien mil hijos de San Luis al mando del Gran Capitan Román salian de sus santas sepulturas para mantener a toda costa el orden en la corte, las expectativas de la Casa de Melendez en sus aspiraciones al trono recibian otro duro golpe, desde el Palacio de San Telmo una cortesana con sonrisa de comadreja disfrutaba viendolo todo por Canal Sur, era la versión autonómica de Los Tudor y ella aspiraba al premio Ondas al mejor guión....

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