La expectación era enorme, ni los Trofeos Carranza de los últimos tiempos habian despertado el interés que el pasado lunes movio a miles de personas a congregarse frente al Palacio de la Corte Provincial. Desde que el Torneo de caballeros se hizo público mediante el desafio que el pequeño de los Lanister hiciera a finales de la semana anterior a la Mano del Rey la plaza de España se había convertido en una especie de Puerta del Sol el 15M. Una multitud sin precedentes se había ido congregando allí, las tiendas de campaña invadian todos los espacios verdes y hasta el Monumento a las Cortes servía de improvisada sala de apuestas sobre la suerte que correrian los contendientes. Algun listillo desaprensivo había convertido el pebetero del monumento en una improvisada barbacoa al estilo de las que se montan en las arenas de la playa con motivo del
singular trofeo futbolístico. Los balcones del Palacio Provincial lucian sus mejores galas, de ellos colgaban los artísticos pendones que se reservan para las ocasiones históricas, y en esos balcones una pléyade de enchufados socialistas se hacinaban buscando la mejor visión de la puerta donde el duelo debía producirse. Nunca en la historia de la Corte provincial el servicio había acudido tan de madrugada al Palacio, desde que despuntó el alba hasta los absentistas clásicos ocupaban su lugar en los balcones. La prensa había realizado un despliegue sin precedentes, ni el juicio de la Campanario había congregado tal multitud de medios de todo tipo y condición. Protección Civil había desplegado un dispositivo sin precedentes. la policia se veía desbordada por la marea humana que hasta allí se desplazaba. El Monarca ocupaba una posición de privilegio rodeado de parte de su Corte, la que había madrugado para poder acceder al Palacio, la otra parte no había podido pasar de la Cuesta de las Calesas pagando así su falta de previsión. Hasta el principe heredero, Jose I el Loaiza, estaba atascado a la altura de Rio Arillo e intentaba en vano hacer valer su condición de heredero de la Corona, no le iba a quedar más remedio que verlo por Canal +. Dieron las diez y el pequeño principe no aparecía, la multitud enfervorizada por el olor a sangre se impacientaba, la Mano del Rey seguía calentando a lomos de su caballo por los pasillos de la planta baja de la Corte pero ni el caballo ni él mismo soportaban ya a duras penas el sofocante calor. Todos empezaban a pensar que el pequeño de los Lanister había cambiado su contusión de tragaderas por algún tipo de cagaleras, o que el otorrino le había desviado a la consulta de salud mental y había quedado ingresado en el Hospital de Puerto Real. Los Caminantes Blancos habian empezado a ponerse negros como el cabello de Blanco Cabello Negro, los miembros de la Guardia de la Noche se carcajeaban ante la imcoparecencia de le petit prince, aquello empezaba a estar claro, el pequeño de los Lanister se había rajado una vez que se le había pasado el subidón de Onuifilia. Que pena!! con lo bonito que podía haber sido.....
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